TEXTOS DE LA PUNTADA CON HILO DE LOS AÑOS 90 Y OTROS TEXTOS DISPOBLES SOBRE FEMINISMOS Y DE FEMINISTAS

martes, 13 de octubre de 2015

PERSECUCIÓN CONTRA FEMINISTAS EN SEVILLA... ¡OREMOS HERMANAS AL SAGRADO COÑO INSUMISO!

Procesión del 'Coño Insumiso' en Sevilla.
La juez ordena identificar a las feministas que sacaron en procesión el ‘Santísimo Coño Insumiso’
X Laura León/Andaluces Diario/Septiembre 2015
La juez de Instrucción número 10 de Sevilla ha librado oficio a la Policía para que identifique a las mujeres que portaban en andas “una vagina de plástico de un par de metros de altura a modo de Virgen” en la manifestación del 1 de mayo de 2014 convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT), hechos por los que hay imputados dos dirigentes del sindicato por un delito contra los sentimientos religiosos.
Fuentes del caso han informado a Europa Press de que la instructora ha tomado esta decisión después de que el secretario general de la CGT en Sevilla, Miguel Sevillano, señalara en su declaración como imputado de la pasada semana que, en el marco de la manifestación celebrada el 1 de mayo por el Día del Trabajo, otros grupos se unieron a la misma, entre ellos uno feminista, con el que la CGT “no tiene nada que ver”.

NO HABÍA SIMBOLOS RELIGIOSOS
Al hilo de ello, Miguel Sevillano puso de manifiesto que, cuando este grupo feminista se unió a la manifestación, considera que “lo que llevaban no simulaba un paso de Semana Santa ni ningún símbolo religioso”, no obstante lo cual quiso dejar claro que él “no tuvo nada que ver en su creación”.
De este modo, la juez ha pedido a la Policía que identifique a las mujeres que portaban dicha vagina de plástico en base al vídeo que consta a tal efecto, en el cual algunas de estas mujeres portan mantilla y llevan el rostro descubierto, mientras otras sí tienen la cara cubierta por capirotes de nazareno.
En esta causa permanecen imputados tanto el secretario general de la CGT en Sevilla como el secretario de Organización de la CGT en Andalucía, Félix Cervera, contra quienes la Asociación de Abogados Cristianos se querelló por un delito contra los sentimientos religiosos en concurso con un delito de provocación a la discriminación, al odio y a la violencia por motivos referentes a la religión o creencias.
En la querella, consultada por Europa Press, dicha asociación relata que los hechos ocurrieron el día 10 de abril de 2014, cuando miembros del sindicato “convocaron, organizaron y realizaron” una manifestación titulada ‘Procesión del santísimo coño insumiso’ y del ‘santo entierro de los derechos socio-laborales’, que partió de la sede de la CGT en Sevilla.
Ya el 1 de mayo de 2014, se convocó nuevamente por la CGT una manifestación “semejante a la anterior”, indica la asociación, que añade que, en dichas manifestaciones, “se recreaban procesiones de Semana Santa, escenificadas en tono de burla”, todo ello “a ritmo de tamborada y presidida por el ‘paso’ de una vagina de plástico de un par de metros de altura a modo de Virgen, portada en andas”.

NIEGA “INSULTOS, DESPRECIOS O HUMILLACIONES”
Miguel Sevillano dijo, respecto a la manifestación del 10 de abril, que su fin “era la defensa de los derechos laborales y denuncia de un despido por discriminación por cuestión de género”, precisando que la manifestación concluyó en Plaza de Armas, “que es donde trabajaba la compañera despedida”, cuyo despido “fue declarado nulo” posteriormente.
De este modo, aseveró que “no se realizó ninguna frase ni actuación que conllevara insultos, desprecios o humillaciones”.
En relación a la manifestación del 1 de mayo, explicó que la misma estaba autorizada y se realizó por ser el Día del Trabajo, añadiendo que, en determinados momentos de su desarrollo, otros grupos se unieron a la misma, entre ellos uno feminista, con el que la CGT “no tiene nada que ver”.
El imputado, asimismo, aseveró que su sindicato “no realizó ninguna actividad que aludiera a símbolos religiosos” y tampoco “se produjo ningún insulto ni menosprecio hacia la Iglesia católica”, pues la CGT estuvo centrada “en la cuestión laboral”.

LA DEFENSA, ‘ASOMBRADA’
Luis de los Santos, abogado de los imputados perteneciente a la cooperativa Jarsia, ya expresó a Europa Press su “asombro” por “la utilización banal y basada en intereses políticos predemocráticos del derecho penal” por parte de la Asociación de Abogados Cristianos, y anunció que solicitará el archivo de las actuaciones, ya que, en base a las declaraciones, considera probado “que no hay delito alguno, al ser una manifestación alejada de cualquier cariz religioso”.
El letrado lamentó que “se intente engañar” a la opinión pública y a la ciudadanía en una ciudad “en la que la religiosidad popular está tan arraigada”, aseverando que este asunto “no tiene nada que ver con la religión”, de manera que “se intenta a través del Código penal criminalizar la libertad sindical y la de expresión”.


Fuente: Andaluces Diario

sábado, 3 de octubre de 2015

JESSIE TARBOX BEALS, LA PRIMERA FOTOPERIODISTA

Fue la primera mujer fotoperiodista de América, y murió sola, indigente y olvidada por la historia
La afilada curiosidad social de una auténtica pionera
Cada vez que como mujer disparas una foto, cada vez que retratas tu entorno o fijas con tu cámara la realidad social que se respira en las calles, estás un poco en deuda con Jessie Tarbox Beals. Ella fue la primera mujer fotoperiodista de América, y como en tantas otras historias de pioneras, su vida no tuvo el mejor final.
El azar puede cambiar el curso de una vida. El azar y una voluntad perseverante, en el caso que nos ocupa. Porque Beals tuvo que agarrarse a un deseo y defenderlo contra viento y marea, consciente de que todas las convenciones sociales de su época jugaban en su contra por el simple hecho de ser mujer.
En 1888, con 17 años, la suerte quiso que Jessie ganara una cámara fotográfica por vender una suscripción a una revista de la época. Se trataba de una cámara pequeña y rudimentaria, pero aquel obsequió acabaría marcando el resto de su vida.
"Empecé a fotografiar cuando era maestra en Massachusetts, con una cámara pequeña que me había costado 1,75 dólares", rememoraba Beals en una vieja entrevista con The New York Times. "En una semana la había reemplazado por una cámara mayor, y en cinco semanas esa segunda cámara me había hecho ganar 10 dólares".
Beals pronto recibió su primera encomienda por parte de un periódico . Tenía que acudir a retratar la prisión estatal de Massachusetts. Y allí se plantó ella, con sus gafas redondas, con su lazo perfecto adornando su cuello, su falda hasta los tobillos y uno de sus llamativos sombreros, cargando con más de 30 kilos de equipo.


En aquella época, las pocas mujeres que practicaban la fotografía lo hacían desde la seguridad del estudio. Beals era distinta: a ella lo que le atraía era la calle, salir con su cámara a retratar el mundo, su gente, sus penurias y sus sucesos.
Cuando fue contratada como fotógrafa de plantilla de dos diarios de la época, Jessie Tarbox Beals se convirtió en la primer mujer fotoperiodista profesional de Norteamérica.
Sirvan estas palabras suyas, sacadas de una entrevista fechada en 1904, como ejemplo de lo inusual que era su figura entonces:
" La fotografía para periódicos como vocación de mujeres tiene mucho de innovación, pero es una práctica que ofrece grandes incentivos en la forma de intereses y también de beneficios. Si uno es poseedor de salud y fortaleza, tiene un buen instinto por las noticias... un equipo fotográfico adecuado, y la habilidad para buscarse la vida, persuadir y chanchullar, que es la cualificación más necesaria, entonces uno puede ser un fotógrafo de noticias".
Con el tiempo fue orientando su objetivo hacia los temas que le eran de más interés, a menudo causas sociales que demandaban reformas: la educación y la pobreza infantil, el problema de la vivienda, los primeros albores de espontaneidad feminista. También la vida bohemia del Greenwich Village neoyorquino, barrio donde llegó a regentar un salón de té y una pequeña galería de arte, y al que dedicó centenares de fotos que hablan de un despertar para la mujer.

Los últimos años fueron duros para Beals. Toda una vida de trabajo precario, siempre cargando con cámaras pesadas, la dejaron rota y casi indigente. Acabó postrada en la cama, sin apenas poder moverse. En sus últimos días fue acogida en el ala de caridad del Bellevue Hospital de Nueva York, donde murió sola en 1942.
Su mirada siempre fue de mujer. La de una mujer atrevida, infinitamente curiosa, que nunca achantó ante los obstáculos de género de la época que le tocó vivir. Muchas de sus mejores fotos acabaron perdidas para siempre (en su última etapa, Beals simplemente se vio demasiado pobre como para poder seguir almacenándolas), pero nadie podrá negarle su lugar en la historia. 








Fuente: Playground Noticias






domingo, 13 de septiembre de 2015

SIN HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA NO HAY CAPITALISMO (KARINA VERGARA)


PRODUCCIÓN Y RÉGIMEN HETEROSEXUAL


X Patricia Karina Vergara Sánchez
La situación económico-política en la que vive el mundo occidentalizado contemporáneo, esa forma de vida que llamamos capitalismo, se sostiene en la explotación de los recursos naturales para un modo de producción que genera riqueza apropiándose de la fuerza de trabajo de las personas. Entonces, podemos delinear simbólicamente a dos sujetos, a la vez producidos y productores del sistema: Aquél que explota, el que se ha apropiado de los medios de producción y aquél que es explotado, el que tiene para vender únicamente su fuerza de trabajo... SEGUIR LEYENDO



Fuente: Ovarinomia

pakave@hotmail.com


domingo, 8 de marzo de 2015

MARZO 1905: LA HUELGA DE LIMOGES Y "LA CUESTIÓN DE CLASE"

(En memoria de Camille Vardelle, obrera artesana de pintura en porcelana, herida de bala el 17 de abril de 1905 durante
el asalto al jardín de Orsay. Víctima inocente de las represiones a las manifestaciones obreras. Tenía 19 años)


1905, La Huelga de Limoges (1905) y "la cuestión de Clase"

X victoria aldunate 
En marzo escasamente se recuerda la huelga de mujeres en 1905 contra el abuso sexual, pero no es raro. Sucedió, según escasos registros históricos -como siempre pasa con la historia de las mujeres-, un 28 de marzo. Fue una huelga llevada a cabo contra una especie de “derecho de pernada” de los capataces.

Hay una telenovela que en los años 70, en Francia, la resucitó: “Pan negro”, que a su vez fue inspirada en el primer tomo del mismo nombre, de cuatro volúmenes escritos por Georges-Emmanuel Clancier, publicados en los años 50 en Francia. Ahí Clancier relata la Huelga de Limoges vista por una niña de una familia proletaria. Se dice que Clancier recibió la historia de lo que le contaba su abuela sobre su infancia.
Por otra parte, la publicación “Fragmento de Cinémas de France, 1894-1918. Une histoire en images” en un párrafo de un artículo en que  habla del director y empresario de cine mudo Charles Pathé, relata que éste habría hecho un breve documental poco conocido y llamado “La grève de Limoges” inspirado en la huelga de las mujeres.

Parece que la sociedad francesa de la época quedó impactada por los hechos, ya que Pathé era un mal director que retrataba fieras en sus jaulas, seres raros o se dedicaba a los finales felices y a “promulgar la fraternidad entre las clases sociales”, pero según la historia del cine europeo, llegó a denunciar que el estado Francés disparara el 17 de Abril contra las obreras el rebeldía.
 
(1905, barricadas de huelga en Limoges)
Camile Vardelle
Llevaban meses denunciando a los capataces que las acosaban y abusaban, y la patronal también masculina, no oía, por eso el 28 de marzo las obreras del taller de pintura del empresario de porcelana Haviland, en Limoges, Francia, declaran la huelga.
Su objetivo era que terminaran los abusos sexuales de los capataces, esos otros trabajadores que aprovechándose del escaso poder que el patrón les entregaba y sobre todo de su poder de hombres, abusaban a quienes consideraban “por debajo de ellos”: las mujeres de su propia clase.
Las huelguistas no se rendían y se les habían unido más obreras de otras fábricas. El 17 de Abril el E$tado francés envió a su Ejército a reprimir la huelga, y los soldados dispararon. La obrera de 19 años, Camille Vardelle, murió asesinada, quedando también otras personas heridas. Se dice que luego de estos hechos, finalmente la patronal habría cedido y las obreras 15 días después, habrían vuelto al trabajo.

Si Camille Vardelle hubiese sido un hombre tendría, al menos, un capítulo en la Historia y varios monumentos, pero fue mujer y sólo encontramos una piedra que la recuerda en Limoges. (Las fotos de los obreros de la época y de fábricas de Limoges y otras ciudades de Francia, suelen retratar más que nada a hombres).

No hay registro en la cultura de Clase
No hay cantatas para ellas, tampoco poemas ni trozos importantes de la Historia del Movimiento Obrero Mundial. Pero fue un suceso histórico que cuestiona la teoría de que las mujeres se rebelan políticamente, sólo, cuando se trata de “explotación de clase” en el sentido marxista de “proletariado”.
Otra cosa que pasa con este girón de la historia de rebeldías de mujeres, es que coloca en duda nuevamente la idea leninista de lo primario y lo secundario, en que la pertenencia a una Clase Social sería prioritaria, en cambio el devenir de ser marcadas con un género heteronormativo al servicio masculino, sería secundario o periférico.

¿Quién sabe qué se hace más urgente, inaguantable y doloroso corporalmente en cada mujer? ¿Quién puede definirlo? Sólo quienes transforman ideas en dogmas pueden tener la soberbia de institucionalizarlo, pero los dogmas no son vivencias.

Lo que sí, felizmente, es probable, es que nuestras vivencias materiales, nuestro sentir desde los cuerpos, pueden rescatarnos del cautiverio heternormativo, para escapar, fugarnos de la feminidad, transformando en fuerza de Clase, la destrucción de la dominación. Los movimientos feministas en todo el planeta son la prueba material de aquello.   

Reproducción, producción y energías
La Huelga de Limoges fue contra la esclavitud femenina practicada en los cuerpos de mujeres que laboraban por un salario, que trabajaban por necesidades, que salieron a la calle con sus pobrezas y fueron transformadas por el Capital y el Patriarcado europeo en el blanco de cualquier hombre que no renunciara a sus privilegios, también de los varones empobrecidos que nunca pierden su poder masculino.

No ha cambiado tanto la vida de las mujeres en el mundo. En nuestro territorio, en supermercados, farmacias, grandes almacenes, guardias, jefes y otros trabajadores acosan a las mujeres con que trabajan; compañeros de oficina abusan a colegas. En la calle cualquier vecino se cree con el derecho a ejercer la agresión de un piropo o a tocarnos; “amigos” o conocidos violan a jóvenes, niñas y mujeres.

El derecho de pernada es una realidad vivenciada en nuestros pueblos, pocas son las mujeres que no guardan en su memoria corporal o consciente, el abuso de un pariente o un “amigo de la familia”.
Los líderes de cualquier Iglesia, los líderes de cualquier partidos y del cualquier Movimiento masculinizado, acosan y violan a las niñas, niños y mujeres que les profesan fe o militancia. 
En asaltos a burgueses, los perpetradores, en ocasiones, no sólo roban si no que abusan a mujeres, adolescentes o niñas. Los hombres pobres se cobran venganza de la explotación y el robo burgués, torturando a las mujeres y niñas de los ricos. Y es que las mujeres, sus hijas e hijos de cualquier clase –también- somos el botín de guerra de proletarios, lumpen, burgueses, curas, pastores, dirigentes, líderes; de invadidos o invasores, de soldados o guerrilleros, de intelectuales o futbolistas. Hombres que deciden ocupar los privilegios que están disponibles sólo por haber nacido hombres y haberse criado masculinos.

En nuestro territorio con opresiones múltiples aumentadas por la invasión que llaman “Colonización y Conquista”, se denuncia la Colonialidad de los pueblos, pero escasamente se discute la colonización de los cuerpos y de la energía de las mujeres, por los propios explotados.
Esta sí es cuestión de Clase, una clase de seres humanas, un género, la mitad del mundo explotada en su reproducción, su producción y su energía; odiada, esclavizada y devastada por la heteronormatividad, la Familia y el Matrimonio, que tienen a su servicio al Estado, sus leyes, sus ejércitos, sus policías, y todas sus instituciones; también por la institucionalidad heternormal de los propios pueblos y clases sociales a las que pertenecemos.

Algunas fuentes:

MICHELE PERROT. “Mi historia de las mujeres”. Fondo de Cultura Económica 2008, Buenos Aires.

- “Pan negro” –mencionado por Michelle Perrot- el Tomo 1 de cuatro libros de Georges-Emmanuel Clancier, publicados en los años 50 en Francia. (En los años 70 “Pan Negro” se adaptó en telenovela y fue dirigida por Serge Moati, según algunos documentos de Internet).

- “Fragmento de Cinémas de France, 1894-1918. Une histoire en images” (Autores: Jean-Jacques Meusy en colaboración con Georges Loisel y André Milcot, Ed. Arcadia Editions, 2009). En sus páginas 48 y 49 señala que el director y empresario de cine mudo Charles Pathé, habría hecho una película de denuncia, poco conocida: “La grève de Limoges”. (Aunque no señala año, debió ser de 1905 en adelante ya que él  hizo películas desde 1901 hasta 1923 y los sucesos ocurrieron, al parecer en 1905).

jueves, 12 de febrero de 2015

LO QUE EL GÉNERO LE HACE AL ANÁLISIS DE LA MUNDIALIZACIÓN NEOLIBERAL (JULES FALQUET)



Una version anterior de este artículo ha salido en la revista Revista Internacional de Pensamiento Político, n°9, 2014, (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla : http://www.pensamientopolitico.org/presentacion.php).

Lo que el género le hace al análisis de la mundialización neoliberal: la sombra del militarismo sobre las mujeres globalizadas[1]     
X Jules Falquet[2]
 Desde los años noventa, diversas investigaciones feministas mezclando herramientas provenientes de la sociología, sociología del trabajo, ciencias políticas y economía, proponen diferentes pistas de análisis feministas de la mundialización.  Presentaré aquí algunas de estas reflexiones[3] tomando como hilo conductor las transformaciones de la actividad económica.

Históricamente, para corregir el sesgo androcéntrico de muchos trabajos sobre el tema, el primer reflejo ha sido de “añadir a las mujeres” al análisis. Siguiendo este primer hilo, veremos para empezar cuáles son las ambivalencias de la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo y el tipo de actividades que la mundialización reserva mayoritariamente a las mujeres no privilegiadas del planeta, sobre todo en torno a actividades “de servicio”. En un segundo momento, siendo que una verdadera perspectiva de género debe buscar pensar en conjunto y de forma dialéctica los dos términos que conforman las relaciones sociales de sexo, presentaré otros análisis que pudiera parecer alejados del tema, pero que sin embargo, son claves para comprender la mundialización: aquéllos que se enfocan en cuestiones como la guerra, el militarismo y  las diferentes manifestaciones de lo que en otro trabajo llamé los “hombres en armas” (2011 [2008]).

1. Las “Mujeres de servicios”, nuevas “Mujeres globales”

Desde finales de los años ochenta, las teóricas feministas profundizan sus críticas a la separación arbitraria entre las actividades denominadas respectivamente como “productivas” y “reproductivas”, cuestionando profundamente la disciplina económica y el “gran discurso” dominante de la historia del capitalismo. La alemana Maria Mies propone reconsiderar el peso de las relaciones patriarcales en la acumulación a escala mundial (1986), mientras que la neozelandesa Marilyn Waring discute la lógica misma de la contabilidad internacional, de la medición del PIB y del crecimiento (1988). A principios de los años noventa, la estadounidense Saskia Sassen es una de las primeras en analizar el nuevo fenómeno de la “globalización”, estudiando las Global Cities donde parejas que trabajan a tiempo completo en actividades ligadas, por ejemplo, a las altas finanzas -y por lo tanto parejas “sin esposa”-, “externalizan” numerosas tareas “reproductivas” hacia una mano de obra barata constituida principalmente por mujeres, a menudo migrantes (1991).

A. La mundialización neoliberal: ¿efectos nocivos para las mujeres?

A finales de los años noventa, numerosos estudios sobre el impacto de los planes de ajuste estructural muestran que la crisis económica, el aumento del desempleo y la profundización de las desigualdades han afectado y empobrecido de forma particular a las mujeres, tanto en términos absolutos como en relación con los hombres (Hirata y Le Doaré, 1998; Wichterich, 1999; ATTAC, 2002 ; Bisilliat, 2003). Después de haber mostrado cómo el Welfare State había liberado parcialmente a las mujeres del “patriarcado privado” (volviéndolas dependientes de lo que llamó “patriarcado público”), la británica Sylvia Walby (1990) subrayó que el ajuste estructural condujo a una re-familiarización de muchas tareas e hizo a las mujeres dependientes de un nuevo “patriarcado privado”, usándolas, sin escrúpulos, como “amortiguadoras” de la crisis (1997).

En una perspectiva similar, un equipo constituido alrededor de Eleonore Kofmann (2001), también británica, puso en evidencia que las transformaciones de las políticas sociales en Europa han estado acompañadas por políticas más o menos oficiales de importación de mano de obra femenina desde países del Sur global para realizar aquellas tareas que el Estado abandona, mientras muchos hombres rechazan obstinadamente realizarlas, y muchas mujeres ya no logran “conciliarlas” con el resto de sus obligaciones. Recordemos, en este sentido, que los Acuerdos de Lisboa exigen que al menos un 60% de las mujeres de la OCDE entren al mercado de trabajo.

B. El capitalismo neoliberal, ¿un aliado de las mujeres?
Investigación tras investigación, se llega a la siguiente constatación: tanto en el Sur global como en el Norte, la mundialización ha empujado a muchas mujeres al mercado de trabajo (Hirata & Le Doaré, 1998), -a menudo, a causa de la destrucción de sus modos de existencia anteriores-. Algunas autoras analizan esta inserción masiva de las mujeres en el mercado de trabajo como positiva, ya que consideran que el acceso de las mujeres al mercado del trabajo asalariado les da autonomía económica, la cual sería clave para la igualdad entre los sexos. La estadounidense Nancy Fraser (2013) sugirió recientemente que existía cierta convergencia de intereses entre una parte del movimiento feminista y el capitalismo: ya sea que el mercado sediento de mano de obra se muestre deprovisto de prejuicios patriarcales, ya sea que su interés, bien entendido, lo lleve a contratar preferentemente mano de obra femenina cuyo costo es abaratado por estos mismos prejuicios patriarcales.

Sin embargo, la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo está lejos de ser positiva. Efectivamente, el desmantelamiento sistemático de la legislación laboral les afecta especialmente, y más teniendo en cuenta que la mayoría ya se concentraba en sectores de actividad desvalorizados y mal protegidos, pues las reformas neoliberale precarizan y flexibilizan sus situaciones laborales aún más (Talahite, 2010). Además, las nuevas modalidades de trabajo requieren “cualidades típicamente femeninas” (“docilidad” y aceptación de contratos a tiempo parcial y al mismo tiempo infinitamente extensible, así como polivalencia e implicación “total”, sobre todo emocional), que dibujan formas de servilismo normalizadas y generalizadas. Por lo tanto, sólo una pequeña parte de las mujeres accede a “buenos” empleos cercanos a los estándares del empleo masculino y, asistimos, así, a una dualización creciente del empleo femenino (Sassen, 2010; Kergoat, 2012).

Por tanto, el análisis con perspectiva de género no puede prescindir de un análisis simultáneo en términos de clase y de “raza”, como lo señalaron por primera vez las feministas estadounidenses Negras del Combahee River Collective, en 1979. Yo misma he tratado de explicar, usando el concepto de “vasos comunicantes” (2014),  que obtener avances “para las mujeres” no tiene ningún interés si se hace a costa de retrocesos en la situación de las personas proletarias y racializadas (de las cuales, además, el 50% son mujeres). Sin embargo, esta parece ser la estrategia de la OCDE: legitimar la mundialización pretentidiendo que significa un progreso en términos de igualdad de sexos.

C. “Nuevos” empleos femeninos y migraciones
A comienzos del nuevo milenio, las estadounidenses Barbara Ehrenreich y Arlie Russel Hochschild ponen en evidencia tres figuras de la nueva “mujer global”: las niñeras, las criadas y las trabajadoras del sexo (2003). Si antes se trataba de migrantes “provinciales”, hoy en día muchas son migrantes internacionales, con frecuencia “postcoloniales” (Moujoud y Falquet, 2010). Niñeras y criadas, pero también auxiliares de salud para personas enfermas y mayores (cada vez más numerosas y menos atendidas por los servicios públicos), se han vuelto esenciales  en lo que constituye un verdadero proceso de internacionalización de la reproducción social. Frente a lo que ha sido denominado como la “crisis del care (cuidado)”, vemos desarrollarse un amplio sector de investigación alrededor de la idea de que “todas y todos somos vulnerables” (Tronto, 2009 [1993]), idea que nos propone valorar más, social y económicamente, las actividades ligadas a los cuidados de las y los demás, a modo de una nueva utopía societal.

Sin embargo, las investigaciones de la estadounidense Nakano Glenn (2009 [1991]), que analizan cómo en los Estados Unidos se ha forzado históricamente a ciertos sectores sociales a dispensar el cuidado (las personas esclavizadas, las mujeres, las mujeres esclavizadas, y después las mujeres racializadas[4] y las mujeres migrantes), abren una perspectiva más cruda sobre la varias formas de coacción que se están desarrollando hoy en día para obligar a ciertas personas a hacerse cargo de las demás, y a hacerlo a un bajo precio. De entre estas coacciones, las más impactantes son las reformas legislativas extremadamente restrictivas en el ámbito laboral, y también en el migratorio. Para la mayoría de las mujeres no privilegiadas, las opciones migratorias y de “carrera” se reducen a seguir-reunirse con-encontrar rápidamente un marido (legal, documentado) al llegar a la región hacia donde emigran, a inscribirse en programas oficiales de importación-exportación de mano de obra de “servicio” o a integrarse al mercado del “trabajo sexual” para hacer frente a los costos exorbitantes de la migración ilegalizada. Yo misma he sugerido conceptualizar este horizonte como el de la “hetero-circulación de las mujeres” (Falquet, 2012), prolongando el concepto de “continuo del intercambio económico-sexual” de la italiana Paola Tabet (2004), que permite (re)establecer el vínculo entre las actividades “nobles” del cuidado y las actividades “sulfurosas” en el ámbito del sexo.

En efecto, en la mayoría de las investigaciones estas actividades aparecen separadas, a pesar de que en parte son las mismas mujeres quienes las ejercen sucesivamente, ya sea que realicen una actividad durante el día y la otra en la noche o los fines de semana, o en diferentes periodos de su vida (Moujoud, 2008). Es por eso que propuse reunir estas mujeres bajo la categoría de “mujeres de servicios”, mostrando cómo su crecimiento corría paralelo a la multiplicación de los “hombres en armas”[5] y sugiero que el desarrollo dialéctico de estas dos categorías constituye uno de los paradigmas de la globalización neoliberal (Falquet, 2006).

2. Los “hombres en armas”, la guerra y el crecimiento neoliberal
Centrémonos ahora en los “hombres en armas”, es decir, soldados, mercenarios, guerrilleros o terroristas, policías, miembros de bandas o de organizaciones criminales, vigilantes penitenciarios o guardias jurados, entre otros, ya ejerzan en el sector público, semipúblico, privado o ilegal.

A. Un estado de guerra y de control generalizado

Así como en la época de la primera mundialización que desembocó en la Primera Guerra Mundial, tan lúcidamente analizada por Rosa Luxemburgo (1915), asistimos hoy a una competición internacional, feroz y militarizada, para hacerse con los recursos, los mercados y el control de las fuerzas productivas. A partir del 11 de septiembre de 2001, el nuevo marco general de esta competición es la guerra anti-terrorista dirigida por las principales potencias neoliberales contra diferentes países del Sur global. A grandes rasgos, ésta se traduce en una serie de guerras abiertas en diferentes países de Medio Oriente, en intervenciones militaro-humanitarias principalmente en el continente africano (Federici, 2001), en una guerra contra la migración “ilegal” en los países de la OCDE y en una guerra contra las drogas en el continente latinoamericano. Por todos lados vemos desarrollarse prácticas y discursos securitarios y de vigilancia generalizada de la población, como lo muestran las recientes revelaciones sobre la NSA (Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos).

Analizar desde una perspectiva de género el control securitario, la militarización y el estado de guerra generalizado que actualmente atravesamos, resulta particularmente revelador. Así, se invocan cada vez más los “derechos de las mujeres” para justificar estas intervenciones (Delphy, 2002; Eisenstein, 2010). Sin embargo, la violencia contra las mujeres que provocan estas guerras es considerable, ya sea en forma de violencia sexual, de desplazamiento y/o exilio forzado (a menudo tras violaciones sexuales masivas), y de manera general, de destrucción del sistema económico y social que empobrece drásticamente a las mujeres, mientras que ciertos hombres se enriquecen a través del pillaje y de tráficos diversos, en la medida en que acceden a espacios de poder como jefes político-militares de diferentes rangos. También son notables la consolidación del complejo carcelario-industrial que emplea y encierra a millones de personas (Davis, 2014), así como la multiplicación de campos destinados a contener a la población migrante lejos de los países que intenta alcanzar.

B. Los complejos militaro-industriales y la militarización, claves de la economía neoliberal

Desde los años ochenta han aparecido dos líneas de análisis feminista del militarismo global. Atenta a la militarización de las sociedades, la politóloga estadounidense Cynthia Enloe (1989, 2000) señala los vínculos existentes entre la implantación de bases militares estadounidenses después de la segunda guerra mundial y el desarrollo de la prostitución y del turismo sexual en Asia —lo que nos permite resituar el crecimiento del “trabajo sexual” en una perspectiva histórica, frente a aquellas personas que tienden a presentarlo como una simple alternativa “natural” y bien remunerada para las mujeres pobres. Muchos Estados del Sur global  a los que se incita a fomentar el turismo y que viven en gran parte del envío de dinero de las y los migrantes, se ven empujados a fingir la ignorancia de cara a este tipo de actividade, mientras que se les aconseja recuperar en impuestos su parte de la tajada. Enloe permite también reflexionar sobre el peso económico de las industrias culturales que legitiman la militarización colonialista, cuya punta de la lanza sigue siendo la industria hollywoodense, como lo ilustra la costosísima película Avatar, que termina glorificando la invasión « terrícola (occidental) » de una comunidad rural, con lujo de equipamento tecnológico-militar.

Por otro lado, retomando el concepto estadounidense de Complejo Militaro Industrial  (CMI), la socióloga francesa Andrée Michel (2013 [1985]) realiza un análisis económico y político integral del mismo. En primer lugar, muestra que la organización del trabajo en las industrias armamentísticas refuerza la taylorización del trabajo y exacerba la división sexual (asi como “racial” y social) del trabajo: para las mujeres proletarias del Sur global, los empleos precarios en la industria maquiladora, entre otros en la electrónica; para los hombres de clase media, los empleos de ingenieros, estables y bien remunerados, o de programadores informáticos en la Silicon Valley. En segundo lugar, Michel recuerda como una parte considerable de los fondos públicos para la investigación es puesta al servicio de los CMI, en detrimento de sectores como la salud o la educación. Más ampliamente aún, las contrataciones públicas que apoyan con vigor a la industria militar, así como los sueldos mensuales de los militares, son otros tantos millones que se les sustraen a los servicios públicos y al Welfare State, con las consecuencias arriba mencionadas.

Michel subraya asimismo cómo la venta de armas enriquece a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, mientras que su compra profundiza la deuda de los países del Sur global —por ejemplo, la deuda griega actual es resultado de su carrera armamentista con Turquía-. Este sistema alimenta la aparición de toda suerte de dictadores en potencia que propagan retóricas nacionalistas o étnicas de guerra, cuyas primeras afectadas son las mujeres. Por último, los CMI construyen su legitimidad sobre el control de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (NTIC), lo cual merece un análisis económico y político más profundo: ¿qué pasa por ejemplo, con la propiedad de los medios de comunicación en Francia, sede de uno de los CMI más poderosos del planeta, o con las inversiones recientes de Google en empresas de alta tecnología militar, o con las de Amazon en aviones no tripulados (drones)?

C. Refuerzo y evoluciones de los grupos armados no estatales e ilegales

Finalmente, queda en gran medida pendiente el análisis con perspectiva de género de los nuevos actores producidos por esta militarización neoliberal, así como de su peso económico y político. En primer lugar, es necesario un análisis de las empresas legales (grandes y pequeñas) que han aparecido en el ámbito de la seguridad y de las actividades mercenarias, y que apoyan y/o protegen tanto a ejércitos regulares y a sus subcontratistas civiles en países que se encuentran claramente en guerra, como a actores económicos en países oficialmente en paz. Estas empresas tienden a organizarse verticalmente, pudiendo llegar a dedicarse de forma simultánea a la explotación minera, a la venta de armas y a la organización de milicias (Deneault et Al, 2008). La sociedad Blackwater, rebautizada Academi después de los escándalos en los que se vio implicada en Irak —y que dispone de bases militares propias y de una flota de veinte aviones— es el ejemplo más conocido.

Los grupos ilegales ligados a la economía clandestina parecen también haberse consolidado. El caso de México es particularmente revelador: los modestos cárteles de la droga de los años ochenta se han convertido en actores militares, pero también económicos y políticos, ineludibles, cuyas actividades se extienden ahora hasta América Central y África del Oeste. México ilustra también la evolución de estos cárteles de la droga (comerciantes que venden un producto) hacia actividades mafiosas más clásicas de venta de “protección” (personas, bienes y territorios) (Devineau, 2013). De forma simultánea, algunos diversifican sus actividades hacia el tráfico de armas, de personas, la extorsión a migrantes y la prostitución. Estos actores se insertan cada vez más estrechamente en las economías locales, nacionales e internacionales. En el marco del “lavado de dinero”, sería de extrema importancia analizar el impacto económico de sus importaciones-exportaciones de capitales y de sus inversiones productivas, suntuarias o militares. En efecto, estos grupos ilegales, para confrontar a las autoridades, se abastecen de armas, compran sistemas de comunicación y de transportes sofisticados y costosos (aviones, submarinos o redes satelitales), ofreciendo así una importante salida a los productos de los CMI. Por otra parte, estos CMI hacen circular otro tanto de su producción a través de la “ayuda” militar que imponen diferentes gobiernos del Norte a los países del Sur global, a los que presionan para que entren en guerra contra la droga, la migración o el “terrorismo”.*

Así pues, las numerosas investigaciones realizadas desde una perspectiva de género, pero sobre todo a partir de una perspectiva de imbricación de las relaciones sociales de sexo, raza y clase, permiten una comprensión más profunda de la mundialización. Éstas cuestionan insistentemente la teoría economía dominante y su separación arbitraria e ideológica entre el trabajo considerado como productivo y el trabajo considerado como reproductivo. Es importante seguir profundizando este antiguo cuestionamiento feminista a la disciplina económica, que parece hoy más válido que nunca. Las investigaciones también subrayan que una de las dinámicas centrales de la mundialización neoliberal se juega alrededor de la reorganización  de la reproducción social, tanto como en torno a los complejos militaro-mediático-industriales —lo que constituye una segunda pista a seguir: la necesidad de trabajar la simultaneidad de las transformaciones en los dos campos y de otorgar más importancia a los análisis feministas del complejo militaro-industrial. Finalmente, si observamos la situación desde una perspectiva histórica, podemos ofrecer la hipótesis de que asistimos actualmente a una nueva fase de acumulación primitiva (Federici, 2014 [2004]) gracias al endurecimiento simultáneo de las relaciones sociales de sexo, de “raza” y de clase. Indudablemente, esta tercera pista puede arrojar luces teóricas de vital importancia sobre el desarrollo de la globalización y las alternativas que podamos oponer.
 
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[1] Una versión en francés de este artículo ha sido publicada en: Regards croisés sur l’économie, “Peut-on faire de l’économie du genre?”, 2014, nº15, pp. 341-355. La versión que aquí se presenta ha sido traducida por Cristina Reyes Iborra y revisada por la autora, con la ayuda de Rocío Medina Martín.
[2] Jules Falquet es investigadora-docente en sociología en la Universidad Paris Diderot. Ha publicado en francés, español, portugués e inglés, entre otros : De gré ou de force. Les femmes dans la mondialisation (2008, Paris)/ Por las buenas o por las malas. Las mujeres en la globalización (2011, Bogota). Página personal : julesfalquet.wordpress.com
[3] Por razones de espacio y de unidad argumentativa, este artículo se centra en los análisis producidos desde países miembros de la OCDE, y particularmente Francia.
[4] Desde la perspectiva antinaturalista a la que me adhiero firmemente, el concepto de racialización se refiere a procesos sociales e históricos a través de los cuales ciertas personas y grupos son creados como “diferentes” e “inferiores” en base a criterios somáticos y/o culturales arbitrarios (socialmente producidos y/o exacerbados) que son pensados como ligados a la “raza”. En este sentido, la “raza” no se refiere a algo natural ni biológico, sino que es el resultado de las relaciones sociales de raza, como el sexo tanto como el género, son el resultado de las relaciones sociales de sexo.
[5] Es evidente que ciertas mujeres ejercen de “hombres en armas”, lo mismo que podemos encontrar hombres entre las “mujeres de servicios” (a causa de la imbricación de las relaciones sociales de poder).