1905, La Huelga de Limoges (1905) y "la cuestión
de Clase"
X victoria aldunate
En marzo escasamente se recuerda la
huelga de mujeres en 1905 contra el abuso sexual, pero no es raro. Sucedió, según
escasos registros históricos -como siempre pasa con la historia de las mujeres-,
un 28 de marzo. Fue una huelga llevada a cabo contra una especie de “derecho de
pernada” de los capataces.
Hay una telenovela que en los años 70, en
Francia, la resucitó: “Pan negro”, que a su vez fue inspirada en el primer tomo
del mismo nombre, de cuatro volúmenes escritos por Georges-Emmanuel Clancier,
publicados en los años 50 en Francia. Ahí Clancier relata la Huelga de Limoges
vista por una niña de una familia proletaria. Se dice que Clancier recibió la
historia de lo que le contaba su abuela sobre su infancia.
Por otra parte, la publicación “Fragmento
de Cinémas de France, 1894-1918. Une histoire en images” en un párrafo de un
artículo en que habla del director y
empresario de cine mudo Charles Pathé, relata que éste habría hecho un breve
documental poco conocido y llamado “La grève de Limoges” inspirado en la huelga
de las mujeres.
Parece que la sociedad francesa de la
época quedó impactada por los hechos, ya que Pathé era un mal director que
retrataba fieras en sus jaulas, seres raros o se dedicaba a los finales felices
y a “promulgar la fraternidad entre las clases sociales”, pero según la
historia del cine europeo, llegó a denunciar que el estado Francés disparara el
17 de Abril contra las obreras el rebeldía.
Camile Vardelle
Llevaban meses denunciando a los capataces
que las acosaban y abusaban, y la patronal también masculina, no oía, por eso
el 28 de marzo las obreras del taller de pintura del empresario de porcelana
Haviland, en Limoges, Francia, declaran la huelga.
Su objetivo era que terminaran los abusos
sexuales de los capataces, esos otros trabajadores que aprovechándose del
escaso poder que el patrón les entregaba y sobre todo de su poder de hombres,
abusaban a quienes consideraban “por debajo de ellos”: las mujeres de su propia clase.
Las huelguistas no se rendían y se
les habían unido más obreras de otras fábricas. El 17 de Abril el E$tado
francés envió a su Ejército a reprimir la huelga, y los soldados dispararon. La obrera de 19 años, Camille Vardelle, murió asesinada, quedando también otras
personas heridas. Se dice que luego de estos hechos, finalmente la patronal habría
cedido y las obreras 15 días después, habrían vuelto al trabajo.
Si Camille Vardelle hubiese sido un
hombre tendría, al menos, un capítulo en la Historia y varios monumentos, pero
fue mujer y sólo encontramos una piedra que la recuerda en Limoges. (Las fotos de
los obreros de la época y de fábricas de Limoges y otras ciudades de Francia,
suelen retratar más que nada a hombres).
No hay registro en la cultura de Clase
No hay cantatas para ellas, tampoco poemas
ni trozos importantes de la Historia del Movimiento Obrero Mundial. Pero fue un
suceso histórico que cuestiona la teoría de que las mujeres se rebelan
políticamente, sólo, cuando se trata de “explotación de clase” en el sentido
marxista de “proletariado”.
Otra cosa que pasa con este girón de la
historia de rebeldías de mujeres, es que coloca en duda nuevamente la idea
leninista de lo primario y lo secundario, en que la pertenencia a una Clase
Social sería prioritaria, en cambio el devenir de ser marcadas con un género
heteronormativo al servicio masculino, sería secundario o periférico.
¿Quién sabe qué se hace más urgente,
inaguantable y doloroso corporalmente en cada mujer? ¿Quién puede definirlo?
Sólo quienes transforman ideas en dogmas pueden tener la soberbia de institucionalizarlo,
pero los dogmas no son vivencias.
Lo que sí, felizmente, es probable, es
que nuestras vivencias materiales, nuestro sentir desde los cuerpos, pueden rescatarnos
del cautiverio heternormativo, para escapar, fugarnos de la feminidad, transformando
en fuerza de Clase, la destrucción de la dominación. Los movimientos feministas en todo el planeta
son la prueba material de aquello.
Reproducción, producción y energías
La Huelga de Limoges fue contra la
esclavitud femenina practicada en los cuerpos de mujeres que laboraban por un
salario, que trabajaban por necesidades, que salieron a la calle con sus
pobrezas y fueron transformadas por el Capital y el Patriarcado europeo en el blanco
de cualquier hombre que no renunciara a sus privilegios, también de los varones
empobrecidos que nunca pierden su poder masculino.
No ha cambiado tanto la vida de las
mujeres en el mundo. En nuestro territorio, en supermercados, farmacias, grandes
almacenes, guardias, jefes y otros trabajadores acosan a las mujeres con que
trabajan; compañeros de oficina abusan a colegas. En la calle cualquier vecino
se cree con el derecho a ejercer la agresión de un piropo o a tocarnos;
“amigos” o conocidos violan a jóvenes, niñas y mujeres.
El derecho de pernada es una realidad vivenciada en nuestros pueblos, pocas son las mujeres que no guardan en su memoria corporal o consciente, el abuso de un pariente o un “amigo de la familia”.
Los líderes de cualquier Iglesia, los
líderes de cualquier partidos y del cualquier Movimiento masculinizado, acosan
y violan a las niñas, niños y mujeres que les profesan fe o militancia.
En asaltos a burgueses, los perpetradores, en ocasiones, no sólo roban si no que abusan a mujeres, adolescentes o niñas. Los hombres pobres se cobran venganza de la explotación y el robo burgués, torturando a las mujeres y niñas de los ricos. Y es que las mujeres, sus hijas e hijos de cualquier clase –también- somos el botín de guerra de proletarios, lumpen, burgueses, curas, pastores, dirigentes, líderes; de invadidos o invasores, de soldados o guerrilleros, de intelectuales o futbolistas. Hombres que deciden ocupar los privilegios que están disponibles sólo por haber nacido hombres y haberse criado masculinos.
En asaltos a burgueses, los perpetradores, en ocasiones, no sólo roban si no que abusan a mujeres, adolescentes o niñas. Los hombres pobres se cobran venganza de la explotación y el robo burgués, torturando a las mujeres y niñas de los ricos. Y es que las mujeres, sus hijas e hijos de cualquier clase –también- somos el botín de guerra de proletarios, lumpen, burgueses, curas, pastores, dirigentes, líderes; de invadidos o invasores, de soldados o guerrilleros, de intelectuales o futbolistas. Hombres que deciden ocupar los privilegios que están disponibles sólo por haber nacido hombres y haberse criado masculinos.
En nuestro territorio con opresiones
múltiples aumentadas por la invasión que llaman “Colonización y Conquista”, se
denuncia la Colonialidad de los pueblos, pero escasamente se discute la colonización de los
cuerpos y de la energía de las mujeres, por los propios explotados.
Esta sí es cuestión de Clase, una clase
de seres humanas, un género, la mitad del mundo explotada en su reproducción,
su producción y su energía; odiada, esclavizada y devastada por la
heteronormatividad, la Familia y el Matrimonio, que tienen a su servicio al Estado,
sus leyes, sus ejércitos, sus policías, y todas sus instituciones; también por
la institucionalidad heternormal de los propios pueblos y clases sociales a las
que pertenecemos.
Algunas fuentes:
- MICHELE PERROT. “Mi historia de las mujeres”.
Fondo de Cultura Económica 2008, Buenos Aires.
- “Pan negro” –mencionado por Michelle
Perrot- el Tomo 1 de cuatro libros de Georges-Emmanuel Clancier, publicados en
los años 50 en Francia. (En los años 70 “Pan Negro” se adaptó en telenovela y
fue dirigida por Serge Moati, según algunos documentos de Internet).
- “Fragmento de Cinémas de France,
1894-1918. Une histoire en images” (Autores: Jean-Jacques Meusy en colaboración
con Georges Loisel y André Milcot, Ed. Arcadia Editions, 2009). En sus páginas
48 y 49 señala que el director y empresario de cine mudo Charles Pathé, habría
hecho una película de denuncia, poco conocida: “La grève de Limoges”. (Aunque
no señala año, debió ser de 1905 en adelante ya que él hizo películas desde 1901 hasta 1923 y los
sucesos ocurrieron, al parecer en 1905).
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